Culturas antiguas como Egipto, Grecia o Roma utilizaban ya la miel en el cuidado del cuerpo y la piel. Conocían sus propiedades emolientes e hidratantes, utilizaban este producto en ungüentos, lociones y cremas de belleza y en la composición de mascarillas.
En algunas culturas asiáticas, Japón y China, se utilizaba la miel en diferentes fórmulas para blanquear la piel. Recordemos que en la miel hay 180 componentes y que de las propiedades que le confieren a este producto (cicatrizante, antinflamatorio, antioxidante, antiséptico,..) se derivan gran parte de sus funciones como aliado para la belleza. En cosmética, se considera como sus principales funciones: |
protectora que evita que la piel pierda su humedad natural. – Emoliente: ayudan a suavizar la piel. – Tónico y refrescante. – Anti-irritante: la miel ayuda rápidamente a mejorar las pieles enrojecidas, irritadas o resecas. – Anti-edad: la miel es un reconstituyente del tejido epitelial y un reconocido antioxidante que ayuda a prevenir el envejecimiento prematuro de la piel. – Mejora pequeñas imperfecciones e inflamaciones de la piel y tiene un efecto limpiador. En la actualidad la miel es parte esencial en muchas líneas de: cremas faciales, leches hidratantes, cremas para las manos, mascarillas, jabones, geles de baño, champús, lociones, bálsamos labiales… El espectro de sus funciones y el hecho de ser adecuada para todo tipo de pieles hace que resulte también el complemento perfecto a compuestos activos específicos en una amplia variedad de formulaciones. |